viernes, 23 de mayo de 2008

Érase una vez...



Desde los 12 a los 18 pertenecí al GAVIN (con un lapso en el que me retiré), un orgulloso grupo que es el primer grupo scout de Chile y segundo del mundo, formado después de una conferencia de Baden Powell acá en Chilito. De chico siempre decía al terminar las reuniones "una vez scout, siempre scout", frase a la que le tomé el peso más tarde, cuando me dí cuenta que esa institución iba a tener siempre un lugar en mi corazón.
Ahora miro atrás, y realmente queda muy poco de eso.. es duro aceptarlo, pero pienso ahora que representa una época hermosa, pero a la vez muy triste, porque a la larga pasé más penas que alegrías. Siempre tendré en la memoria a los amigos que allí hice, y que de hecho siguen conmigo, pero realmente hay gente a la que realmente no desearía ver de nuevo, ya sea por que nunca nos llevamos bien, o por que fue una tormentosa relación de dependencia de mi parte, dentro de mi vulnerabilidad - que ahora me parece patética, pero no por eso me desmarco - de esos años.

Sin embargo, creo que seguiré asistiendo a esos aniversarios-una-vez-al-año, quizás como un intento de reconciliarme con ese pasado que imaginariamente quisiera modificar y hacerlo más cómodo, o tal vez como un recordatorio de algo que fui (y que en cierto modo soy, pero muy distinto a la vez), y que gracias a Dios pude zafarme, no sin pagar sudor y lágrimas.

Eso es todo, la descarga del día...

Huemul Comprometido Comprensivo Q.Q.
Curiñanco Enigmático de Espíritu Reflexivo en las Alturas...

viernes, 16 de mayo de 2008

Aleteia


Ahhhh... nuevo día, nuevo amanecer, hombre que caminas sin cesar, ciego almático-vital-espiritual; emperrado en volver a revolcarte en tus bajezas como puerco en la ciena, amarrándote a tus pasiones abruptas, saqueando tu humanidad con la animal cotidianeidad, esa bestia escurridiza que hay en tí.

Tantos te cantaron, oh soberana torpeza incrustada como el cenit de nuestras vidas, en el esfuerzo por llegar a amarte, en aceptarte como se acepta la vida en cinco minutos, toda ella sin cavilaciones. Ahora que te yergues como Nuestra Señora triunfal de las pulsaciones, una pseudo-Babilonia de sudor y gemidos, abrazas la hora más triste de nuestro cuerpo, vendido al diablo por treinta monedas de plata.

Por eso ahora yo te rechazo, te aparto de mí como la cortina de la mañana, y doy la bienvenida a ese sol de justicia incandescente que viene como relámpago, a destronar este juego que se ha establecido cual alfil acorazado. Si, te dejo sin excusa alguna, sin rodeos quiero dar el paso al costado y recomenzar de cero, sin ti, sin heridas, sin más pudores ni ardores, y sobre todo... sin más traiciones.

Al Dolor de Mi Gente