sábado, 19 de julio de 2008

Werken

Fuego, piedras y sangre
el reinado de la carne recorría el mundo
muerte, sudor y lágrimas
contenidas en un pesar inquieto y solapado.
¡Oh Divina Providencia!, ¿oías cuando te gritábamos,
hasta cuando el martirio de los sentidos?
¿hasta cuando la subyugación del espíritu?
Empinamos nuestras cabezas hasta morder el polvo,
éramos - y somos - parte de una mentira
que se enseñoreába como lobo de las estepas,
mientras nuestros corazones llora(ba)n
clamando: ¿cuándo será el día?

Agua, raíz y sal
el asombro nos capturó por tres tiempos
Camino, verdad y vida
una hora en que la luz brotó
inequívoca, preciada, fugazmente
cegándonos tanto que la rechazamos,
como solo se puede rechazar la vida misma
con su intensidad flamígera y amante.

Luz, penumbra y sombra
la cautividad se deshizo con cada clavo
Cielo, tierra y mar
la espera se renueva pero el sentido cambia;
el espíritu brota en los que eran muertos
y el que no era pueblo, clama
al que antes no era su Señor.

Al Dolor de Mi Gente