Te recuerdo desde otros tiempos,
cuando explorar cada rincón
era desempolvar un mundo,
entre cosas de viejos
siempre víctimas de nuestra imaginación
o en aquellas escaleras largas
por las que descendimos tantas veces,
como si de una montaña se tratara.
Cuando el tiempo era una burla a los sentidos
y tu risa llegaba a mí
como una flecha disparada al cielo,
sin saber la hora
en que me daría dulce alcance,
y yo que salía a tu encuentro
en medio de la batalla secreta
que se daba en mis entrañas,
cuando buscaba alcanzarte con mis ojos
cargados de pasiones silentes
e intentaba atraparte,
como se puede atentar contra la brisa
que se escurre por los dedos.
Cuando las palabras eran un invento,
una broma gastada
que deshacías con la mirada,
pues no había sonido que describiera
la primavera desatada
al contemplar el sol
juguetear por tu piel morena;
porque eras pasado y eres presente,
eras tú y tantas otras,
fuiste otros labios, otros latidos,
otra piel, otras heridas,
siempre tú jugando a esconderte
detrás de la gente,
como aquellas tardes infinitas
donde no conocía otra cosa
que tus ojos inquietos
entrelazándose con los míos.
miércoles, 12 de septiembre de 2012
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