domingo, 19 de octubre de 2008

Las Llagas de Antaño

Este sería mas o menos una de las últimas composiciones que hecho. Mas o menos, ya que es un poema viejo, que lo retomé y le otorgué un nuevo cariz. Sin embargo, muestra un período de madurez (según creo), ya que si se comparara con la otra versión - que no publicaré por motivos obvios -, este es lejos un trabajo más aterrizado.

Por cierto, va dedicado a todos los que han sufrido (o sufren) penas de amor.



SIN MIRAR ATRÁS


El desflorado, muerto y espantoso pasado
¿Habrá de restaurarnos con su sobrio aletazo?
Julio Cortázar


Pago con dolor y sangre la creación de estos versos
en los que intento borrar mi presente como si fuera
una brisa prescindible, con este deseo amargo
que por mi boca escurre, y que trato de apaciguar
sin descanso,
sin descanso.

Intento no pensarte, no sentirte, no palparte
a la distancia como mis sentidos en fuga,
ni siquiera cuando me hallo inmerso
en esta canalla cotidianeidad cruel;
cuando alzo mi guitarra y como un trueno
emerge su voz,
pero ya no es lo mismo sin tu presencia,
sin tus ausencias que presagiaban tu arribo, y esa sombra
tuya, exquisita toda ella,
que se fundía con la mía en un eclipse fugaz;
esa que al proyectarse contra la arena
era como un puente por el que se abalanzaba
el amor, al encuentro de tus brazos y los míos.

Como no recordar esa carta ajena cargada
de caricias esquivas que no pronunciamos,
pero que como destellaron en nuestras miradas,
en el aroma infantil de tu cuello tornasol,
en tu voz que aún repercute a cada latido
de este corazón que se cuenta improvisados
engaños, desesperado por suturar
este vacío encarnado en (des) ilusión y las tristes,
tristes imágenes en su memoria suplicante
de tragedias amnésicas.

Toma este dolor que siento, estas congojas mías
que se mueren por vivir lentas,
desgajándose en una agonía deliciosa,
escúchalas cantar un réquiem a tu recuerdo
y a tu cintura: con ese acorde final que socava
toda expectación de volver en mí, en ti,
en Nosotros.

Acaso, si ha llegado la hora de la conclusión,
pueda depositar estas últimas palabras
en tus labios tan distantes para mí ahora,
y así, mientras revolotean en tus ojos húmedos
recuerdes una vez más, a aquel
que grita al horizonte al arrancarse lágrimas
quemantes, y cuyo eco pronuncia
un quejido al susurrar un nombre,
un nombre,
tu nombre…

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PD: este poema no necesariamente refleja el estado anímico actual del autor. A modo de evitar confusiones y preocupaciones, claro está.

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Al Dolor de Mi Gente