Nos miramos de frente,
nuestras sombras se entrechocan
anticipando el deseo oculto
de correr a su encuentro apasionado,
a esa fusión exquisita que tan bien conocemos.
Pero no.
Hoy no es un día de encanto, pequeño hojal,
pero cómo quiero que me reencante;
hoy no es para abrir los brazos
y recibirnos con un hola travieso,
pero cómo anhelo que nos entreguemos
con el estrépito que da el lindo querer.
Porque de pronto dejamos de sumar ternura
y dividimos lo esencial.
¡Ay! cómo cuesta amordazar al corazón,
cuando se muere por saltar a tu pecho,
y es la razón, la maldita pero justa razón,
la que dirige este buque encallado
que ruega por tu marejada salvadora.
¿Como enfrentar este cariño
tan fuerte, a esta rabia honesta?
Y sin embargo rabia odiable, rabia sucia.
Rabia que tiene todo para perder,
pero que como se merece una oportunidad,
cual si fuese náufrago en la soledad.
Y ya ves,
ahora que dejamos que el silencio
entone nuestro pesar,
es que te pido que alces tu mirada,
y en tu nativa espontaneidad
le des a mi espíritu intranquilo
murmullos de pasión.
martes, 25 de octubre de 2011
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