sábado, 3 de enero de 2009

No es más que un breve adiós...

El estar pasando por estas fiestas de navidad y año nuevo no siempre significan felicidad, risas y todo eso. Significan también compartir con los que se quiere (y a veces los que no, solo por cumplir), y hacer la nunca-está-de-más evaluación del año. En mi caso también significa un poco de preocupación y tristeza.
Preocupación por una parte porque no estoy del todo bien conmigo mismo, y tampoco lo estoy con la universidad, que tengo peligrando 2 ramos que de reprobarlos me significan atrasarme un año, lo cual no es una opción. Conmigo mismo... porque bueno, nunca logro estar satisfecho con todo lo que hago, siempre hay algo donde meto la pata, o dentro de mi autocriticismo suelo ser bastante destructivo, jajaja.
En cuanto a lo que es tristeza, ahora pasa algo que no pensé que pasaría. Uno de mis mejores amigos, sino el mejor, se cambia de casa. Se que igual estará cerca y todo, que nos seguiremos viendo, que compartiremos, blablabla... pero se que no será lo mismo, inevitablemente.
Tengo la costumbre (y patudez) de llegar a su casa y entrar como si nada, porque me conocen de chico, y por tanto soy como de la familia, de llegar y sentarme al lado de este wn, preguntarle cómo está y conversar largo y tendido. ¿Donde queda eso ahora?...
Pierdo cotidianeidad, pierdo espontaneidad, pierdo cercanía... en fin, se que pueden parecer nimiedades al lado del sermón de "pero si son amigos, la amistad reforzará todo eso". Al carajo.
Sea como sea ya no será lo mismo, ya no seguirá ese llegar a la hora que sea y estará, ahora comienzan los viajes más largos, las llamadas por teléfono, el msn, la impersonalidad.

Definitivamente no pierdo un amigo, pero pierdo un hermano.

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Al Dolor de Mi Gente